PEQUEÑO ENSAYO EN DEFENSA DEL TIEMPO.

La importancia de "ser un personaje", el capitalismo interiorizado, el modelo de trabajo asalariado. Blay, Black y Lafargue

Después de medio año de quedarme en la calle, de un mes y medio de haber iniciado este viaje y después de un mes en el norte de Tailandia, puedo escribir esta primera entrada en los Cuadernos de Viaje.

 

No pretendo tener las respuestas a todo, situarme por encima de otras visiones ni poseer la verdad absoluta. Yo mismo caigo en contradicciones, sigo reproduciendo algunos de los patrones que expondré y en algún momento tenga que, por ejemplo, volver a enajenar parte de mi tiempo teniendo un trabajo asalariado no vocacional que me permita seguir subsistiendo o votaré por criterios de utilidad en las siguientes elecciones. Asumir discursos radicales hace que tengas que asumir también contradicciones para poder gestionar de la forma más sana posible la vida en el mundo que nos ha tocado. Sí pretendo, pero, dar cuerpo y forma a algunas cuestiones que me inquietan sobre como enfocamos la vida en el mundo occidental, del que conozco las virtudes y defectos.

 

Para ser sincero y honesto aclararé que mi visión del mundo está fuertemente influenciada por teorías anarquistas, antiestatistas y anticapitalistas, visiones radicales que me calaron cuando las encontré. También soy consciente del punto utópico de los planteamientos que expongo, como son inaplicables sin un cambio previo y profundo en los valores de la sociedad y las contradicciones a las se enfrentarían si llegaran a aplicarse. De todas formas creo que hay que jugar con las ideas para salir del marco y me gusta hacerlo. Me daré por satisfecho si consigo transmitirlo de una forma coherente y consistente. Si alguien lo lee y se cuestiona, en alguna medida, estos enfoques será un plus de satisfacción.

 

Lo primero a lo que quiero dedicar espacio es la importancia del tiempo, de tener tiempo para nosotros mismos, poder desarrollarnos en el mundo, vivir de acuerdo a aquello que nos sale de dentro y como el sistema nos lo roba prácticamente desde que nacemos. Por qué un ERE que me dejó en la calle fue uno de los mejores regalos que me han hecho en la vida.

INTRODUCCIÓN Y PUNTO DE PARTIDA

"El tiempo es la divisa de tu vida. Es la única divisa que tienes, y solo tú puedes determinar cómo será gastada. Sé cuidadoso y no permitas que otras personas la gasten por ti"

El tiempo es uno de los bienes más valiosos que tenemos. De la misma forma que con la salud, sin él no sería posible que lleváramos a cabo absolutamente nada de lo que queremos. Es un bien finito y que el mundo que hemos construido hace que sea escaso.

 

Muchas veces ni nos planteamos que necesitamos este tiempo, no sabemos como hacerlo, no le damos la importancia capital que tiene o no tenemos los recursos para poder hacerlo. Estas limitaciones y distorsiones de la percepción de los que es realmente importante tienen origen en eso que me gusta conceptualizar como “capitalismo interiorizado”. Este se fragua en la educación que recibimos, no solo del entorno familiar y el colegio, sino también de la sociedad en general, y se manifiesta en la forma como nos relacionamos con el mundo una vez llegados a la edad adulta. En este artículo me centraré en poner el acento sobre la naturalidad que damos a tener que vender la mayor parte de nuestro tiempo (trabajo asalariado) para poder subsistir e incluso lo encontramos “deseable”.

 

Utilizando la conocida canción y adaptándola a lo que quiero decir: “tres cosas hay en la vida: salud, tiempo y amor”. El hecho que la original obvie el concepto tiempo y le dé una importancia central al dinero es un ejemplo más de este “capitalismo interiorizado”. Lo que realmente quieres no es el dinero, son el tiempo y las posibilidades que este te da. Como en “In Time”, una película comercial y no muy buena, pero con un trasfondo interesante, donde los ricos y privilegiados son aquellos que disponen de más tiempo en su marcador de vida.

 

Hace unos meses tenía una conversación con un buen amigo que me decía que su objetivo era llegar a ganar 4000€ al mes para después poder dedicar su tiempo a aquello que realmente le apetecía. Le daba igual haciendo qué si podía llegar a ganarlos. Y aquí me pregunto… ¿Es necesario tener 4000€ al mes o nos han creado unas necesidades artificiales? ¿Es necesario que tengamos que invertir cantidades ingentes de tiempo y energía para poder generar el dinero suficiente que nos permita tener tiempo para hacer aquello que nos nace? ¿Es natural que enajenemos la mayor parte de nuestro tiempo para poder subsistir en el mundo? ¿Es natural que midamos los objetivos “ocupacionales” con criterios crematísticos?

 

Probablemente no, por eso vivimos en una sociedad con altas tasas de suicidio y donde alrededor de un 40% de la población adulta tiene que modificarse químicamente el cerebro para no llegar a esos extremos. Una cosa del todo menos natural.

 

Parto de la base que el derecho a disponer de tiempo y realizarse es inherente e inalienable a la persona, un derecho natural, que todas las personas tienen potencial para desarrollarse y que los distintos objetivos vitales que se puedan marcar son exactamente igual de válidos. El mismo derecho a desarrollarse y realizarse tiene una persona con alto nivel intelectual y altas inquietudes, en el ámbito que sea, como aquella que no ha tenido la oportunidad o las herramientas para hacerlo. “Que hubiera estudiado” o “que se hubiera esforzado” son argumentos bastante pobres para justificar que una persona tenga que regalar su tiempo y enajenar su vida. Todo esto sin entrar en la falsa meritocracia que nos venden. La vida, el tiempo y la oportunidad de seguir desarrollándose de las personas que actualmente llevan a cabo tareas para las que no se requiere formación, son menospreciadas socialmente y son cero estimulantes (aunque en muchos casos igual de esenciales) merecen la misma consideración que la de un médico, científico o politólogo que haya creado la teoría X. Utilizando la letra de Alizzz, el que es visto como “un choni, un ignorant, un charnego de periferia” también tiene un potencial que no ha podido o sabido encontrar y el mismo derecho a encontrarlo y desarrollarse que alguien que sí lo ha sabido o podido hacer. “Burguesía intelectual podeu menjarrme la po***”.

 

Para explicar la importancia del tiempo, dedicarlo a aquello que nos crezca dentro y como el sistema nos lo roba, utilizaré como base dos tipos de teorías. La primera, una teoría conductual del psicólogo Antonio Blay pera explicar como se fragua este capitalismo interiorizado, basándome en el libro “El Concepto de personaje en la línea de trabajo de Antonio Blay” de Jordi Sapés. Y las segundas, dos propuestas políticas de Bob Black (La Abolición del Trabajo, 1985) y Paul Lafargue (El Derecho a la Pereza, 1883) sobre el concepto de trabajo asalariado, la abolición o racionalización del mismo y la substitución del tiempo de dedicado a este por procesos creativos y/o que estimulen al ser humano.

 

Os dejo aquí las versiones liberadas de los dos últimos:

 

¿COMO SE FRAGUA EL CAPITALISMO INTERIORIZADO?

“¿Queremos tener una sociedad de individuos libres, creativos e independientes, capaces de apreciar y aprender de los logros culturales del pasado y contribuir a ellos, o queremos gente que aumente el PIB? No es necesariamente lo mismo.”

Según la línea de Antonio Blay, todos poseemos un yo genérico inalienable, la esencia de quien realmente somos, y que se nos permite desarrollar sin interferencias durante los 3 o 4 primeros años de nuestra vida, ya que todo el mundo percibe aquello que hace la criatura como una muestra de espontaneidad.

Como explica el libro de Jordi Sapés, una vez llegada esta edad, se empieza a interferir en el yo genérico para adecuarlo a lo que la sociedad espera de la persona i, generalmente, las personas encargadas de hacerlo también se identifican a sí mismas según el bienestar material y el prestigio social que ostentan. Criterios claramente capitalistas y convencionales, a los que, además del “éxito” i la estabilidad laboral, en los que quiero centrar este artículo, también podríamos ligar otros ámbitos como, por ejemplo, las relaciones afectivosexuales o el concepto de familia, claramente influenciadas por construcciones sociales católicas y que se imponen constantemente como LAS válidas y aquello a que aspirar.

Desde este momento empieza el proceso de inculcación del modelo social vigente, al que nos tenemos que adaptar para poder tener “éxito”. También en este momento, como parte de la consecución del “éxito” a lograr, empiezan a enraizar las necesidades artificiales, indispensables para mantener el sistema y tenernos atrapados. O, en otras palabras, empieza la rueda de hamster del capitalismo.

No nos educan para pensar, entender, indagar, profundizar y coger aquello que más se adapte a nuestro yo genérico, sino que nos hacen moldearlo, incluso anularlo en algunos casos, para encajar en el que la sociedad demanda i/o ha preestablecido como deseable y correcto. El contrario resultaría problemático y generaría contradicciones.

El modelo que ha de imitar es relativo al lugar y tiempo en el que ha nacido […]. Está básicamente constituido por una manera de pensar, unos patrones morales y unos códigos de conducta que tienen un contenido pragmático destinado a mantener y reproducir una forma estructurada de sociedad. Ciertamente, esta manera de pensar y estos patrones morales y conductuales son un lenguaje indispensable que el niño debe conocer y manejar, pero el problema es que se le trasmiten ignorando por completo su identidad: como si el niño no la tuviera y hubiera que confeccionársela. En vez de enseñarle a manejarse en el mundo que le ha tocado, tratarán de imponerle una identidad orientada exclusivamente a la imagen que ha de presentar ante los demás.”

Como decimos de alguien que es “un personaje”, con unas connotaciones no muy positivas, cuando no se ajusta exactamente a los estándares. Reivindico la importancia y el valor de “ser un personaje”, según como yo lo veo, es una cosa positiva, ya que quiere decir que de alguna manera eres especial y diferente, has conservado lo que te hace único, aún aplicas tu propio criterio y no te has enajenado completamente de tu yo genérico.

 

Supongo que, en parte, esto explica también porque tanta gente se forma en estudios técnicos con “mucha salida” o perspectivas económicas, por cierto con planes de estudio cada vez más enfocados a la pura profesionalización, mientras da tanto miedo formarse en otros que te dificultan la vía al “éxito” como, por ejemplo, las artes, la filosofía o la literatura, donde “te morirás de hambre”. Lo importante no es dedicar tiempo a lo que te gusta sino encontrar una via al “éxito”.

Noam Chomsky explica también estas deficiencias del sistema educativo en la crítica que le hace en su ensayo “La (des)educación” (Chomsky, 2000). No es la finalidad de este artículo centrarme en el sistema educativo, así que solo os dejo una entrevista en youtube para quien le apetezca profundizar en el tema.

También os recomiendo otra novela que, en otra línea, cuestiona el modelo educativo vigente y que a mí me sacudió cuando leí: La Edad de la Ira de Nando López. No veáis la serie, por favor, pierde toda la profundidad que sí tiene el libro. I, por cierto, VOX y PP pusieron el grito en el cielo porque esta novela se leyera en algunos centros, incluso intentando criminalizarla, no fuera que despertara algunas conciencias, supongo.

Después, y a raiz de este proceso de alienación del yo genérico, el genuino, y volviendo a la línea de Antonio Blay, aparecen el yo idea y el yo ideal, los que conforman el personaje. Descrito a grandes rasgos, el yo idea es el presente de lo que nosotros pensamos que somos, según los estándares y concepciones que nos han impuesto, y el yo ideal és al que aspiramos para compensar todo aquello en que el yo idea no es suficiente según lo que creemos que se espera de él. Y aquí vuelvo a añadir, yo idea y yo ideal claramente influenciados por criterios convencionales y capitalistas, como por ejemplo ser el mejor en algo, llegar a un cierto status, llegar a una estabilidad laboral y/o ser capaz de formar una familia al estilo tradicional. Si no lo consigues, no has conseguido el “éxito”, lo que se espera que tú hagas después de todo lo que la sociedad te ha brindado.

El primer paso para deshacernos del personaje y poder recuperar el yo genuino es pisando aquellos terrenos que el yo idea nos ha vetado, lo que Jordi Sapés llama “falsear el yo-idea”. Por ejemplo, una persona que piensa de si misma que no es creativa compruebe que sí es capaz de crear algo de lo que se sienta satisfecha, una persona que tiene un concepto de si misma como incapaz de socializar correctamente dedique un tiempo a conocer, establecer y cultivar diferentes relaciones del tipo que sean, un “workaholiC” dedique un tiempo a sentirse cómodo y pleno en la ociosidad, o una persona que cree que necesita ciertos niveles de comodidad viva durante un tiempo en condiciones más austeras.

Es importante hacerlo sin intención de buscar el “éxito”, simplemente con la finalidad de hacer aquello que el yo idea nos dice que no es adecuado que intentemos porque es una pérdida de tiempo y no está hecho o no se adapta a nosotros o bien no es deseable porque choca con lo que la sociedad espera que hagamos. De esta manera, podremos empezar a desprendernos del personaje y empezar a encaminarnos a recuperar el yo genérico.

Hacer esto comporta un esfuerzo y dedicación, por esto necesitamos tiempo y energía. Tiempo y energía para profundizar en nosotros, deconstruirnos un poco, llegar a estos conceptos de nosotros mismos que tenemos enraizados y entender como tenemos que falsearlos. Tiempo y energía para poder buscar, experimentar, equivocarnos, encontrarnos y desarrollarnos. Tiempo, energía y potencial que el trabajo asalariado no vocaciones nos quita en cantidades ingentes. Tiempo y energía malgastados que, en muchos casos, el sistema nos lleva prácticamente a regalar con tal de poder subsistir.

Os dejo aquí un podcast para quien quiera ir más allá en el personaje y el trabajo de Antonio Blay.

CRÍTICA AL MODELO DE TRABAJO

"El trabajo es una burla a la libertad"

Después de todo lo que he expuesto hasta ahora, creo que cogen mucho sentido teorías abolicionistas como las de Bob Black o, como mínimo, críticas con el modelo de trabajo asalariado vigente en nuestras sociedades, como la de Paul Lafargue. Solo así podremos tener el tiempo que requiere deshacernos del personaje y encontrar el yo genérico, cuestionarnos qué estamos haciendo y por qué, y también dar tiempo y espacio a aquello que creemos que tenemos dedicar las energías.

Cuando hablo de trabajo me refiero a aquel trabajo asalariado no vocacional, que solo se realiza por obligación y con la finalidad de ganar dinero, independientemente de la cantidad que se obtenga como contraprestación, ya que como más obtengas más necesidades ficticias aparecerán. También a aquel trabajo que, si bien en algún momento nos satisfizo, por la fuerza de la repetición hemos acabado aburriendo, incluso odiando, pero no podemos dejar, puesto que, en caso contrario, nos quedaríamos sin los recursos necesarios para soportar el nivel de vida al que nos hemos acostumbrado o incluso sin recursos para satisfacer las necesidades básicas. Otra vez la rueda del hamster capitalista. El sistema creando unas necesidades ficticias a las que aspirar cuando se tienen las básicas cubiertas, y obligándonos a “vendernos a plazos”, como Bob Black define el trabajo, de forma indefinida para poder satisfacerlas.

Cuando hablo de objetivos u ocupación que nos realicen y el tiempo que necesitamos poder dedicarle, hay que entender en el sentido amplio. Por ejemplo, aprender a reparar un coche o restaurar un mueble pueden ser una tarea perfectamente estimulante. Una vida contemplativa en las montañas para llegar a algún punto puede serlo para otros. Además, quiero poner especial énfasis en la maternidad/paternidad y la posibilidad de dedicarle el tiempo y las energías que requiere. De hecho, la considero un punto central de las ocupaciones humanas, aunque actualmente no tengan contraprestación económica y, por tanto, a consecuencia del capitalismo interiorizado, no las consideremos exactamente como tal. Cuando hablo de objetivos me refiero a actividades que nos realicen, nos desarrollen y nos hagan sentirnos llenos, cada persona escogerá cuáles son estas.

Además, y dejando a un lado la necesidad de enajenarnos para poder cubrir las necesidades básicas o las que artificialmente nos han creado, una de las ideas más enraizadas del capitalismo interiorizado es aquella que solo trabajando, de lo que sea, como sea, por el precio que sea, estamos haciendo lo que toca y estamos siendo productivos para la sociedad. Tenemos que trabajar para no ser unos parásitos, tenemos que trabajar para cumplir lo que se espera de un buen ciudadano. No podemos estar parados (en el sentido que el mercado laborar da a esta palabra), ya que entonces solo somos un coste. Refuto absolutamente esta visión. Los humanos no somos máquinas de trabajar y no podemos valorar la vida y calidad de la misma con criterios económicos.

De hecho, el trabajo como lo conocemos no apareció hasta después de la revolución industrial y el auge del liberalismo. No defiendo teorías primitivistas ni, al contrario que Black, creo que el trabajo haya empeorado con el paso de los años, simplemente ha cambiado, pero sí veo la “insalubridad” el modelo actual y también de otros como el comunismo entendido en la forma marxista. Afirmaciones típicamente marxistas como que “el trabajo purifica y dignifica” o que “el trabajo es una necesidad natural del ser humano” también son un absurdo. Lo que es una necesidad natural y dignifica al ser humano es el aprendizaje y desarrollo continuado y la consecución de aquellos objetivos que él mismo se haya marcado, la vocación en sentido amplio, no el trabajo.

Por otro lado, y como dice Lafargue, “el trabajo es la causa de toda degeneración intelectual”. Aunque yo matizaría esto y cambiaria trabajo por sistema (el trabajo solo es una parte del engranaje), creo que tiene parte de razón por dos motivos:

  1. La jornada laboral completa ocupa, como mínimo, la mitad de las horas que estamos despiertos y que, como desarrollaré un poco más adelante, pasamos en un ambiente que favorece la “idiotización”. Además del gran invento de los turnos rotatorios o “turno americano”, que te cambia los horarios constantemente y dificulta aún más poder tener una vida estable y un desarrollo más allá de las horas que pasas trabajando.
  2. La otra mitad, lo que diríamos que es tiempo libre, en palabras de Bob Black, “lo dedicamos a prepararnos para trabajar, ir a trabajar, volver de trabajar y recuperarnos después de trabajar. El tiempo libre es un eufemismo de la manera peculiar como el trabajador […] asume la responsabilidad del propio mantenimiento y reparación”. Por tanto, “el ocio es el tiempo que gastamos en recuperarnos del trabajo”, no tenemos energías para dedicar adecuadamente a otras ocupaciones porque el trabajo nos las ha quitado todas, no tenemos tiempo para cuestionarnos too esto porque el trabajo ha absorbido grandísima parte de nuestra energía y potencial. Volvemos a la rueda de hamster.

Dicho esto me pregunto: ¿Cuándo deberíamos tener tiempo para la consecución del placer? ¿Cuándo deberíamos tener tiempo para la estimulación intelectual y el cuestionamiento? ¿Cuándo deberíamos tener tiempo para seguir desarrollándonos? ¿Cuándo deberíamos tener tiempo para experimentar y probar cosas diferentes si lo que hemos hecho hasta ahora no nos satisface o nos ha dejado de satisfacer? ¿Cuándo deberíamos tener tiempo para nosotros y aquello que consideremos importante? Todas estas cosas sí son propias del ser humano, no enajenarse en favor de un sistema que le está robando el tiempo y, por tanto, la vida.

Esta afirmación de Lafargue se puede ligar también con la sociedad de consumo rápido y la inmediatez. Por ejemplo en TikTok o Instagram, donde lo que más triunfa es un contenido de “usar y tirar” sin mucha o ninguna profundidad ni reflexión, solo buscando el like y la viralización. Seguramente esto sea consecuencia que cuando consumimos esto es en el “tiempo libre”, mientras estamos recuperando la energía regalada y, por tanto, buscamos algo que nos apague el cerebro, no que lo haga trabajar aún más. No pretendo criticar que queramos bajar el interruptor en algunos momentos, las formas en que cada uno lo haga, ni tampoco hacer un menosprecio de los contenidos de puro entretenimiento, la TV generalista podría ser otro ejemplo y soy un consumidor entusiasta. Pero sí reflexionar sobre el por qué este tipo de contenido es el que tiene una audiencia importante, mientras que los contenidos culturales (en el sentido amplio de la palabra), científicos o con cierta profundidad tienen una difusión muy residual. De todas formas, esto es harina de otro costal, daría para un artículo entero y sin el paso previo de dedicar menos horas al trabajo, es difícil llegar a cuestionarlo y superarlo.

Finalmente, y para coronar al modelo, tenemos la estructura como se organiza el trabajo asalariado, también proclive a hacer que pensemos y nos desarrollemos como menos mejor. Como defiende Black, el sistema de trabajo está basado en la coacción, disciplina y control de la disidencia. Las empresas son estructuras jerárquicas en que es el jefe quien dice a los empleados en qué tienen que trabajar, como hacerlo y donde llegar. Y no salgas de aquí ni muestres tus objeciones porque acabarás mal visto, menospreciado, expedientado o en la calle. Se puede intentar revestir de lenguaje y políticas “friendly” como cursos para el crecimiento de los empleados, encuentros de “team-building”, alta autonomia para llevar a cabo proyectos, encuestas sobre la calidad del lugar de trabajo, encuentros de feedback o las vueltas lingüísticas que se le quiera dar, pero, al fin y al cabo, una vez acabada la actividad de marketing, esta se olvida sin consecuencias y se vuelve a actuar de forma automatizada o sin mucho margen para la libertad.

Vuelvo a reivindicar aquí el valor y la importancia de “ser un personaje”, aunque ello suponga ser la oveja negra de la organización. Expresar y defender con las herramientas que tenas aquello que consideres, demandar tus derechos cuando creas que no se están respetando y decir alto y claro si crees que hay cosas que se están haciendo mal al nivel que sea.

Esto que aceptamos y damos por válido no deja de ser otra enajenación del yo genuino que contaba en la primera parte, al que hemos de modelar o anular en favor del sistema. Una enajenación para la que se nos prepara durante la etapa educativa, para acabar siendo una manifestación más del “capitalismo interiorizado”. Probablemente uno de los factores centrales. Tenemos que trabajar para ser buenos ciudadanos, llegar a lo que se espera de nosotros y también para poder subsistir en el mundo, por tanto, calla y obedece. No quieres acabar siendo la oveja negra, en el paro como un parásito o un “bueno para nada”, ni sin poder satisfacer las necesidades básicas. Tenemos que enajenarnos en favor de criterios de otros para poder encajar, tener “exito” o, incluso, sobrevivir. Si esto no es coacción, disciplina y control de la disidencia… que alguien me cuente qué es.

Os dejo aquí una entrevista que el periódico Público hizo a Black en que habla sobre la abolición y la renta universal básica.

DOS PROPUESTAS BÁSICAS PARA SUPERAR EL MODELO

No tengo las respuestas a todo y llegar a superar el modelo requiere tanto de mucho trabajo interdisciplinar para encontrar la forma óptima de organizarnos, como de un cambio profundo en los valores de la sociedad para que funcione, ya que actualmente son claramente capitalistas. Aún así, y al punto utópico de estos planteamientos, aquí dejo las propuestas de estos dos autores con una pequeña aportación por mi parte.

Por un lado, tenemos la propuesta de Black (a la que veo algunos vacíos) en que exhorta a cambiar los procesos productivos por procesos ludico-creativos, la abolición de cualquie trabajo forzado, no voluntario, y una Renta Universal Básica como medio para hacerlo posible. El principal vacío que le encuentro es que hay ciertas tareas que son esenciales y necesarias, pero nada estimulantes, que no tiene en cuenta. Lo más probable es que si aplicamos la propuesta de Black nadie quisiera hacerlas.

Por otro lado, la propuesta de Lafargue es aprovecharnos del “maquinismo” para reducir el tiempo que dedicamos al trabajo a unas 3 o 4 horas diarias, dejando el resto libre para el desarrollo personal y aquellas tareas que queramos realizar. No soy muy fan del “maquinismo”, como lo entenderíamos ahora, y todo lo que comporta, pero creo que la propuesta de rebajar las horas dedicadas al trabajo es bastante coherente.

Un punto en el que coincido con Black es que lo primero que tendríamos que hacer es desprendernos de muchas dinámicas típicamente liberal-capitalistas que generan una cantidad de trabajo absurdo y que no aportan absolutamente nada más que seguir alimentando el capitalismo. Liberar, por ejemplo, aquellos lugares de trabajo dedicados al marketing, burócratas en una administración sobredimensionada o cantidades ingentes de economistas y abogados, muchos sin vocación, haciendo estudios de marca y resolviendo litigios económicos o de marca. Todos los trabajadores que ahora mismo se dedican a estos podrían dedicar su tiempo a otras tareas que consideren estimulantes, y también suplir parte de la jornada de aquellas que sí son esenciales.

¿Qué hacemos con estas tareas no estimulantes pero esenciales? Pues repartirlas equitativamente entre todos. Si todas las personas tenemos las necesidades básicas cubiertas con 3 horas de trabajo al día, como propone Lafargue, o X días al año, como yo propondría, el resto del tiempo sí lo podremos dedicar a aquello que creamos oportuno, nos realice y nos haga sentir plenos en, por ejemplo, libres asociaciones de personas.

Una segunda propuesta sería la “desmercantilización” de los bienes y servicios, así como todo aquello relativo a la ciencia y la cultura. De hecho, la desmercantilización de la cultura es clave para poder desprendernos de la necesidad de éxito, tanto para poder dedicarle tiempo sin esperar contraprestación, como para poder sentirse satisfecho solo con el resultado. La importancia de la desmercantilización de la ciencia, después de una pandemia como la que hemos vivido, pienso que no hace falta ni explicarla.

Soy consciente, como decía al principio, del punto utópico de los planteamientos y todo lo que queda por cerrar en esto que digo. Simplemente, pretendo dar una primera aproximación a otra forma de organización.

Para no aburrir, a quien le interese profundizar puede encontrar una propuesta no tan teórica y más práctica, así como las contradicciones a las que se enfrente, en la novela “Los Desposeidos” de Ursula K Le Guin, sobre todo en aquellos capítulos que tienen lugar en Anarras, un planeta organizado según criterios anarquistas; también en “La Conquista del Pan” de Kropotkin, libro y autor que os recomiendo encarecidamente.

CONCLUSIÓN: SÉ UN PERSONAJE Y DEDICA MÁS TIEMPO A LO QUE TE APETEZCA

"Proletaris del món, descanseu!"

No aboliremos nosotros solos el sistema vigente ni de un día para otro, pero sí podemos intentar ir saliendo del marco mental que nos han marcado. Quizás de esta forma podamos ir reconduciendo la sociedad hacia una estructura que no genere los problemas de salud mental e insatisfacción al que el capitalismo interiorizado, su rueda de hamster y la concepción del trabajo/ocupación nos han llevado.

Antes que nada, creo que es fundamental no caer en el pesimismo, la apatía o la ansiedad que puede generar tener conceptos contrapuestos al mundo en que vivimos. Como dice Jordi Sapés y citaba a la parte dedicada a la construcción del capitalismo interiorizado, es importante que entendamos el lenguaje y códigos del mundo en que vivimos, aceptemos que son los que son y aprendamos a utilizarlos. Convivir con ellos desde una perspectiva crítica y constructiva.

Sobre todo y primero, lo que podemos hacer es no perder o ganar el espíritu crítico, las ganas y necesidad de cuestionar aquello que nos enseñan y nos rodea, aquello que funciona o no dentro de nosotros mismos, aquello que nos acerca o aleja de la realización vital, aquello que nos hace más o menos felices, aquello que nos hace más o menos libres, aquello que nos hace más o menos espontáneos, aquel que nos hace más o menos humanos. Sé un personaje.

Después, lo que podemos intentar es separar el grano de la paja. ¿Qué necesidades realmente son básicas según nuestro criterio? ¿Cuáles son necesidades creadas artificialmente? Ten en cuenta que parte de este grano también son aquellos “extras” que te quieras poder permitir, eso sí, de forma consciente que son un capricho, no una necesidad.

Una vez hayamos separado esto podemos avanzar y ver que niveles de ingresos necesitas realmente para cubrirlo. Es muy posible que por tus circunstancias personales necesites un trabajo a jornada completa para poder cubrirlo. Si es así, solo podemos ser conscientes que nos estamos enajenando por imposición del sistema y, si nos queda alguna energía una vez acabadas las obligaciones, implicarse de alguna forma en un espacio que quiera cambiar este hecho.

No hacen falta habilidades especiales que igual ni sabes que tienes, ni hace falta un gran trabajo. Implicarse en la medida que se pueda es también, por ejemplo, participar de actividades familiares organizadas en un espacio okupado por activistas en el barrio, un curso de pintura, un club de lectura alternativa o cualquier otra cosa que hagas por placer. Así también conocerás de otras realidades y podrás interactuar con personas que organizan su tiempo y vida según otros criterios que no son “los deseables” para el sistema, y esto te dará muchas más herramientas para seguir indagando.

Si llegas a la conclusión que con un nivel menor de ingresos las tendrías cubiertas, hazlo, reduce el tiempo que dedicas a tu trabajo, trabaja lo mínimo posible. Con el tiempo que te quedará descansa, cuestiónate, fórmate, experimenta, prueba nuevas vías, escribe, pinta, toca un instrumento o involúcrate en alguna organización que lleve a cabo alguna tarea que consideres de acuerdo contigo, sé padre o madre si tu situación te lo permite y crees que es el momento, o dedícale más tiempo a la crianza si sientes que no le estás dedicando el suficiente, intenta cosas diferentes, en definitiva, haz lo que te apetezca. Eso sí, obvia el “éxito”, no busques hacer dinero a aquello en que inviertes tiempo, hazlo porque te sale de dentro y, poco a poco, irá llegando la realización. Si llega el momento en que puede hacerlo y obtener una contraprestación, evidentemente no digo que lo rechaces, aunque fuera de forma asalariada. Ya que nos enajenamos, que sea haciendo algo que nos apetece. Hay que gestionar las contradicciones.

Finamente, si tienes la gran suerte que por el motivo que sea te puedes permitir dejar de trabajar durante un tiempo, hazlo también. No hagas caso del capitalismo interiorizado que te dice que estás siendo un parásito para la sociedad por dedicar tu tiempo a aquello que tú crees. Viaja, okupa, escribe o compón a tiempo completo, repara un coche, busca y comparte con personas que te aporten en la línea que quieres ir, conoce otras realidades con las que no hayas interactuado, o dedica un poco de tiempo a la vida ociosa si es lo que necesitas, haz lo que te salga, vive, experimenta, prueba cosas y encuéntrate. Dedícate tiempo a ti mismo, a lo que te rodea y a lo que te hace crecer.

Como os decía al principio, un ERE que me dejó en la calle fue el mejor regalo que me ha hecho la vida. Me ha permitido viajar, uno de los motores de mi vida, leer, otro motor, conocer gente y realidades completamente distintas, profundizar en ellas y en mi mismo, ver que me apetecía hacer, probar cosas y, finalmente, ha permitido a una persona que siempre había pensado de sí misma que era incapaz de crear absolutamente nada interesante ni solvente, escribir un artículo como este o empezar a desarrollar un pequeño proyecto como esta web. No será el mejor, pero me siento satisfecho, bastante más satisfecho que del trabajo asalariado que he llevado a cabo durante los últimos años. Sin el tiempo esto habría sido imposible.

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